El escritorio de la trastienda

El escritorio de la trastienda

martes, 8 de septiembre de 2015

El adiós desnudo



Se mordió los labios mientras las lágrimas amenazaban con brotar. Mientras escribía lo que jamás quiso escribir. El pegamento de un corazón roto que tarda en secar, extendido en párrafos de amargura. Palabras que tuvieron que haberse dicho hace tanto, aunque tal vez sí se dijeran sin convicción. Y pensó que no hay nada más amargo que un adiós a destiempo, pues entre lo que se debió decir en su momento y lo que se expresa en unas líneas marcadas por lo inevitable, hay dos comas y muchas palabras que nunca debieron salir de los labios. Muchos sentimientos que debieron quedarse enterrados para no perder su pureza y emponzoñarse con las lágrimas de la frustración.

Así pues le dijo adiós. Un adiós difícil y amargo, porque dejaba atrás mucho cariño, muchas esperanzas y sueños. Con una sonrisa agridulce por muchos hermosos recuerdos. Con tristeza, pero siendo consciente de lo afortunado que había sido porque una hermosa persona había iluminado su vida. Y deseó que el tiempo fuese generoso con el recuerdo que dejaba en su memoria. Indulgente con los desatinos de un corazón enamorado.
Un adiós que quizá jamás llegaría a su destino. Un adiós desnudo, expuesto a juicio. Si alguien lo encuentra por el camino, que sea benevolente con él y lo absuelva...

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