El escritorio de la trastienda

El escritorio de la trastienda

miércoles, 21 de febrero de 2018

EL GATO NEGRO


El gato negro ronronea, y pone tiesas sus orejas. Bufa y corre por el pasillo, con sus brillantes ojos amarillos.
Una alargada sombra recorre la pared en silencio, llevando un puntiagudo sombrero harapiento. Y dirigiéndose hacia un burbujeante caldero, con una escoba aviva el fuego.

Es la sombra de la bruja Celeste, que va sola siempre que quiere. Y es tan terrible su maldad, que hasta a su propia dueña no deja de fastidiar.
La menuda bruja va detrás corriendo, sacudiendo de polvo su sombrero. Y a su traviesa sombra por el cuello agarra, y la zarandea hasta que ya no le da la brasa.

El gato negro la mira curioso, abriendo mucho sus brillantes ojos. Y detrás de una mesa decide esconderse, por si acaso la toma con él la bruja Celeste.
La menuda bruja se pone de puntillas, pues no llega a remover con la cuchara la marmita. En ella se cocinan asquerosos ingredientes, que hacen que a una persona se le caigan los dientes.


“Ojos de tritón, lengua de culebrilla, alas de murciélago y de un caracol la babilla.
Cola de ratón, malolientes tripas y tres huevos podridos de propina”


Pero hay un ingrediente muy importante, para una poción que es tan repugnante. Pues toda buena bruja jamás ha olvidado, echarle a la mezcla los bigotes de un gato.

El gato negro algo se huele, pues muy despacio se acerca Celeste. Y cuando ve las tijeras que la bruja ha afilado, sin pensarlo dos veces sale zumbando.
Se sube por las paredes tratando de escapar, pues sus largos bigotes le quieren cortar. Y trata de defenderse con sus afiladas uñas, a ver si así se lo piensa dos veces la bruja.

Cuando parece que ya todo está perdido, una voz resuena por el pasillo. Su madre llama a la temible bruja Celeste, y le dice que vaya a cenar en un periquete.

Y la pequeña niña se quita el sombrero de su madre, y lo esconde para seguir jugando más tarde. Y mirando al gato de ojos amarillos, sonriendo traviesa le hace un guiño.
El gato negro respira tranquilo, porque al fin la niña se ha ido. Y mirando por última vez al pasillo, ronroneando se va quedando dormido…