El gato negro ronronea, y pone
tiesas sus orejas. Bufa y corre por el pasillo, con sus brillantes ojos
amarillos.
Una alargada sombra recorre la
pared en silencio, llevando un puntiagudo sombrero harapiento. Y dirigiéndose
hacia un burbujeante caldero, con una escoba aviva el fuego.
Es la sombra de la bruja
Celeste, que va sola siempre que quiere. Y es tan terrible su maldad, que hasta
a su propia dueña no deja de fastidiar.
La menuda bruja va detrás
corriendo, sacudiendo de polvo su sombrero. Y a su traviesa sombra por el
cuello agarra, y la zarandea hasta que ya no le da la brasa.
El gato negro la mira curioso,
abriendo mucho sus brillantes ojos. Y detrás de una mesa decide esconderse, por
si acaso la toma con él la bruja Celeste.
La menuda bruja se pone de
puntillas, pues no llega a remover con la cuchara la marmita. En ella se
cocinan asquerosos ingredientes, que hacen que a una persona se le caigan los
dientes.“Ojos de tritón, lengua de culebrilla, alas de murciélago y de un caracol la babilla.
El gato negro algo se huele,
pues muy despacio se acerca Celeste. Y cuando ve las tijeras que la bruja ha
afilado, sin pensarlo dos veces sale zumbando.
Se sube por las paredes
tratando de escapar, pues sus largos bigotes le quieren cortar. Y trata de
defenderse con sus afiladas uñas, a ver si así se lo piensa dos veces la bruja.Cuando parece que ya todo está perdido, una voz resuena por el pasillo. Su madre llama a la temible bruja Celeste, y le dice que vaya a cenar en un periquete.
Y la pequeña niña se quita el
sombrero de su madre, y lo esconde para seguir jugando más tarde. Y mirando al
gato de ojos amarillos, sonriendo traviesa le hace un guiño.
El gato negro respira
tranquilo, porque al fin la niña se ha ido. Y mirando por última vez al
pasillo, ronroneando se va quedando dormido…
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