Se quedó mirando a la luna,
melancólico, embriagado por el brillo del recuerdo, el aroma de la ausencia, el
calor del cariño… Y su sombra se proyectaba sobre las huellas de cientos de
reflexiones que formaban círculos sobre la tierra.
La miraba allí a lo lejos,
dudando de tantas cosas pero tan segura de una sola. Y él sabía que si se
acercaba un poco más, ella se alejaría de nuevo. Y unos ojos húmedos emborronan
la realidad. Así que se lamió sus patas heridas. Un dulce camino de espinas…
Se incorporó de nuevo y volvió
a mirar a la luna y decidió aullar tan alto como pudiera, aunque todos lo
supieran. Daba igual, con tal que ella lo oyera. Daba igual que todos de él se
rieran. Incluso ella. Dulce sonido para su corazón aunque fuera una burla lo
que escondiera...
Y enterrando la cabeza entre
sus patas, se quedó dormido, con una sonrisa en sus labios. Acogido en la
ternura de un hermoso sueño...
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