Su semblante desencajado no
podría reflejar ni por asomo la sorpresa que crecía en su interior a medida que
leía cada línea del libro recogido de la mano del hombre aplastado por el
piano. Pareciera que el escritor narrase con pelos y señales aquellos momentos
que transcurrieron desde entonces, y todo encajó a la perfección cuando acabó
la última línea y levantó la vista hacia el objeto parecido a un piano que se
precipitaba a gran velocidad.
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