Infusión de ideas, eyaculación mental aderezada por la
sabiduría del tiempo que nos engaña en un efímero momento para después
colocarlo todo en su sitio, observándonos con socarrona sonrisa en sus labios.
Inflación de sentimientos, implosión de deseos
convertidos en un anhelo variable, mecido por el viento, dejándose llevar por
los caprichos del destino sin rumbo fijo, solitario, infiel y en algunas
ocasiones afortunado.
Acción revalorizada, reacción
desproporcionada de un valor que cotiza en el mercado secundario bajo demanda
expuesto a las variables macroeconómicas de una existencia parapetada en el
sarcasmo.
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