El escritorio de la trastienda

El escritorio de la trastienda

martes, 1 de enero de 2013

Año Nuevo



            Enciende el primer cigarrillo de la mañana, aunque su garganta clama por un merecido descanso. La primera calada le provoca una tos ruidosa y poco halagüeña y piensa en más de un amigo que desaprobaría ese liberador acto de sumirse en el aclarador humo que llena las horas muertas que pasa ante la pantalla del ordenador. Está incumpliendo uno de los bienintencionados propósitos del año nuevo. Uno más, y van…

            Bañado en la resaca de risas, alcohol, mensajes de texto prefabricados y recuerdos de un año que se ha marchado. Resacoso de la embriagadora corriente de buenos sentimientos, filosofía del buen rollito navideño y remordimiento por el recuerdo de aquellos que sólo nos vienen a la mente cuando llegan estas fechas. El nuevo año brinda una nueva oportunidad de corregir todos los errores, aunque muchos lo olvidarán cuando pase la euforia festiva.

            El año que se va trajo ilusiones y decepciones, incertidumbre y respuestas, tristeza y alegrías. Todo encuadernado en una lujosa edición que en breve pasará a acumular polvo en la estantería del tiempo pasado, junto a los fascículos coleccionables de toda una vida. Ahora desenvolvemos, o más bien arrancamos, el papel de regalo y nos encontramos con un nuevo libro, edición de bolsillo o tapa dura, quien sabe… Y en las primeras páginas una dedicatoria: “Para los que forjarán las bases de un año maravilloso”. El resto de las páginas están en blanco.

            Apaga el cigarrillo apurando la última calada y se queda pensativo mirando hacia el techo. En su cabeza se empieza a entretejer una nueva trama y piensa que hoy es un buen día para empezar a rellenar las páginas en blanco de la novela de un nuevo año. De esta forma apaga el ordenador y abre la ventana para que el frío de la mañana le pegue una buena bofetada en la cara.

           
           
           

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