La vasta sala de un inmaculado blanco cegador contenía
tan sólo un escritorio de metacrilato transparente y sendas sillas del mismo
material para sus distinguidos ocupantes. El comercial, impecablemente vestido
con un elegante traje de un oscuro brillante que contrastaba con la claridad de
la estancia, tecleaba ágilmente sobre un teclado virtual frente a la pantalla
holográfica, con una sonrisa cincelada en su bronceado rostro que dejaba al
descubierto una dentadura de un blanco nacarado. Al otro lado de la mesa, una
atractiva pareja se intercambiaban miradas cómplices y divertidas mientras
esperaban ansiosos las explicaciones
oportunas.
—Como les explicaba hace un
momento, debido al especial carácter de los servicios que ofrecemos, es
imprescindible que firmen la cláusula que exonera a nuestra empresa de
cualquier responsabilidad derivada del uso de dichos servicios —comentó el
comercial sin variar un ápice su tono de voz ni la amplitud de su sonrisa.
—Eso suena como si fuéramos a
meternos en algo peligroso —objetó el joven cliente apretando la mano de su
novia.
—Bueno, les mentiría si les
dijera que estas actividades están libres de ciertos riesgos. De ahí su nombre:
“deportes de riesgos” —respondió el comercial soltando una risita
despreocupada.
Los jóvenes se miraron dubitativos por un momento, pero
pronto dichas dudas se transformaron en convencimiento y volviendo la mirada
hacia su interlocutor le instaron a seguir con sus explicaciones.
—Bien, estoy seguro que el
catálogo de 2050 de “Retro aventuras” contendrá multitud de actividades
satisfactorias para una pareja de aventureros como ustedes —prosiguió el hombre
trajeado rebuscando entre los archivos de la base de datos—. Veamos, año 2012.
Empresa privada. Generalidades. Trabajador por cuenta ajena. Contrato
indefinido. 33 días de indemnización por año cotizado con un tope de 2 años
para despidos improcedentes. 20 días si se trata de un despido objetivo.
Contiene un pack de actualización con los extras “hipoteca a 40 años”, “familia
numerosa”, “movilidad geográfica”, “nula conciliación familiar”…
Los jóvenes se adelantaron en sus asientos mostrando un
creciente interés. La avezada intuición del comercial le confirmó que iba por
buen camino.
—Tenemos por aquí otra cosa. Vamos
a ver… ah sí, es una expansión de “Trabajador por cuenta ajena” pero puede
contratarse de forma individual. “Parado de larga duración”. 4 meses de
prestación por cada año cotizado con un máximo de 2 años. Contiene todos los
extras de “Trabajador por cuenta ajena”.
—¡Suena emocionante! —exclamó
la joven—. Pero no sé si es lo que estábamos buscando. Se parece mucho a lo que
ofrecen otras empresas.
El comercial miró fijamente a la joven con su amplia
sonrisa mientras tecleaba acompasadamente en el teclado virtual. Acto seguido dirigió
su vista a la pantalla lo que consiguió, por difícil que pareciera, que su
artificial sonrisa se agrandara aún más.
—Bueno, veamos lo que tenemos
aquí. “Autónomo”. Sector en crisis. Beneficios inciertos. Cotización al régimen
especial de trabajadores autónomos en la Seguridad Social. Evolución de la
actividad incierta. Prestación por cese de actividad, pírrica. Con todos los
extras de “Trabajador por cuenta ajena”.
—Parece todo muy vago… ¿no es
así? —interrogó el joven.
—Sí, lo es… ¿no es excintante?
—replicó emocionado el comercial.
—¡Lo es! —contestaron al
unísono los jóvenes totalmente convencidos.
—Permítanme que les saque el
contrato base para que puedan echarle un vistazo…
—¿Tendrá efectos secundarios? —inquirió
el joven.
—Estrés, úlceras, cambios de
humor, ansiedad… ¡Se lo garantizamos! —contestó el comercial ofreciéndoles el
lector de huella digital—. Les aseguro que no se arrepentirán…
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